Hace apenas unos días el país amanecía con el mensaje de Felipe Calderón, plagado de mentiras. Hacer a un lado las dudas y los temores era su petición, así como no hacer caso a visiones pesimistas decía.
Calderón detalló que este es el año de la recuperación económica, según él, como la crisis vino del extranjero y varios países ya muestran signos de recuperación económica esto se verá reflejado en las exportaciones mexicanas.
Con un cinismo exquisito delineó los tres ejes del gobierno federal para este año: creación de empleos, combate a la pobreza extrema reforzando el programa Oportunidades y la seguridad pública.
Millones de mexicanos mientras avanzaba en su discurso, recordaban una serie de frases celebres de Paquita la del Barrio. En lo personal y con unos amigos, coincidimos que nuestra frase es la de “me saludas a la tuya”.
Como creer un discurso alejado de la realidad aún con los buenos propósitos de año nuevo, si la realidad es otra: alza en las naftas, gasolinas, en el diesel, gas, electricidad, transporte, tenencia vehicular, pago de impuestos prediales, además de una nueva tasa para el impuesto al valor agregado, el ISR con dos puntos porcentuales más y si quiere usted depositar su dinero tendrá que pagar el aumento al impuesto al depósito en efectivo por operaciones bancarias, además de un nuevo impuesto a los servicios de las telecomunicaciones.
¿Cómo creer que ahora si se van a generar nuevos empleos si sólo el año pasado se perdieron más de un millón o cómo se va a reforzar el combate a la pobreza si con este gobierno se han creado seis millones de nuevos pobres, cómo se va a reforzar la seguridad pública si se detienen capos pero nunca a sus redes de funcionarios cómplices o es que hay que esperar otros siete mil muertos más a lo largo y ancho del país?
El candidato de las manos limpias es hoy el mayordomo de las manos llenas de sangre, el que en el discurso habla de mejoras sustanciales, al que las amas de casa no entienden por qué los productos de la canasta básica se han puesto por los cielos.
La escalada de precios en los insumos y en los productos básicos pone al país en una situación de riesgo. Queda claro que los mexicanos vivimos hoy un estado fallido, ese que Felipe Calderón no quiere que se vea y a quienes ya lo ven los llama pesimistas. Felipe ha perdido toda posibilidad de credibilidad. En campaña prometió exactamente lo contrario de lo que hoy vivimos, la economía del país esta prendida de alfileres y la devaluación de nuestra moneda se va a disparar en el corto plazo; la escalada de precios en todos los productos y una inflación galopante son el primer paso. Así que, señor Calderón, por favor ya no mienta y menos al inicio de año cuando muchos millones de mexicanos aún tenemos buenos propósitos.
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